Por Itzel Chan y Miguel Cocom
Fotografías: Rodrigo Díaz y Gary Lara
Más que un juego
Hay árboles milenarios que conservan sus raíces y del cual brotan ramas recientes y robustas. En Yucatán, el Juego de Pelota Maya, en tiempos antiguos fue practicado únicamente por hombres adultos, pero hoy en día tanto mujeres, niñas y niños están transformando la historia, pues cada vez se unen jugadores y jugadoras de segmentos de la población que antes eran excluidos, y que hoy tienen un compromiso vigente para conservar esta práctica ancestral.
Son las 19:00 horas en punto en Tahdzibichén, una comisaría ubicada a 30 minutos del centro de Mérida. El nombre de la comunidad significa “Pozo Viejo”; no obstante, sus espacios públicos se llenan cada tarde de una energía fresca y contemporánea, más propia de un recinto a cielo abierto que de una oquedad añeja. Eso sí, en las inmediaciones hay un foso que hace muchísimos años se utilizaba para sacar líquido y de ahí su nombre: Tahdzibichén, uno del que brota agua nueva para recuperar el latido de Yucatán a través de un deporte que da identidad y muy buena condición física.
Las luces de la explanada deportiva, ubicada a un costado de la plaza principal, se iluminan. De a poco, comienza a llegar un grupo de niñas, niños y jóvenes dispuestos a aprovechar las instalaciones y el buen clima vespertino. Se cambian, se quitan los zapatos y así, descalzos, entran a la cancha. Lo que apuntaba a un partido de soccer o a una reta de basquetbol, da paso a lo que se practica ahí todas las tardes. Dice Javier Marías que el “futbol soccer es la recuperación semanal de la infancia”; bien, pues en Yucatán el Juego de Pelota es la recuperación diaria de la memoria milenaria lúdica y corporal de esta tierra.
Y para muestra un botón, el club local A wojel máaxo’on que en español significa “Ya saben quiénes somos”, un equipo integrado por niños, niñas y jóvenes de entre 4 y 25 años de edad y también el de más reciente creación de los 14 que se han formado a lo largo y ancho del territorio estatal con el apoyo de la Asociación de Juegos y Deportes Autóctonos y Tradicionales de Yucatán.
Y nada de que en juego viejo no se aceptan reglas nuevas, porque una de las fortalezas de este club de Tahdzibichén es que participan jugadores a partir de los 4 años y que cuenta con el primer equipo femenil del estado, un equipo que ya planea participar en la siguiente Copa del Mundo y que está encabezado por el entrenador Carlos Alberto Chi Bacab.
En este club participa Carlos Chan Xool, quien en 2020, en medio de la pandemia por coronavirus (COVID-19), representó a su localidad en el Torneo Internacional Virtual del Deporte Ancestral, competencia en la que obtuvo el tercer lugar. Desde hace ya unos años, practica de manera profesional el Juego de Pelota y para él es una forma digna de conservar sus raíces.
“Quería aprender cómo se juega, me gusta mucho verlo y aquí entrenamos diario, es un deporte que me apasiona. En mi familia somos mi sobrino y yo quienes jugamos y nuestra familia apoya que hagamos esta actividad”, describió. A sus 25 años es serigrafista por las mañanas y uno de los mejores jugadores por las tardes y fines de semana.
Y así como hay millones de espectadores que esperaban con ansias la Copa del Mundo de Catar 2022, a cientos de aficionados y jugadores de México y los países vecinos de Belice, El Salvador, Honduras, Guatemala y Panamá, ya les urgía que se diera el silbatazo inicial de la Cuarta Copa Mundial del Juego de Pelota Maya, un evento que se llevó a cabo en el Gimnasio Polifuncional de Mérida durante la primera semana de diciembre de 2021.
En este certamen, México estuvo muy bien representado por dos combinados. Y es que, como todo buen torneo, tuvo su fase preliminar y de eliminatorias para definir los conjuntos que representarían al país. Así, en Umán se realizó la Primera Copa del Sureste Mexicano del Deporte Ancestral de la Pelota Maya, en la que participaron equipos de Peto, Chapab y más municipios del interior del estado.
San Pedro Chimay y Tahdzibichén son comisarías vecinas que se han consolidado como dos verdaderas potencias en el Juego de Pelota Maya y semilleros de grandes exponentes. Ambos clubes son nuevos en cuanto a su conformación y también de los más incluyentes, abriendo sus entrenamientos a niñas y jóvenes. Una práctica que se ha traducido en muy buenos resultados. Algo percibe la pelota en la integración de energías masculinas y femeninas que le permite adquirir más fuerza y velocidad en su botar cósmico.
Así lo aprecian Natali Moo Canché y Naomi Chi, quienes a sus 20 y 14 años forman parte del club San Pedro Chimay y con su disciplina desean impulsar a más niñas, adolescentes y jóvenes para que se sumen a rescatar una costumbre ancestral, pero ahora con perspectiva de género.
“Yo comencé a jugar a los 19 años y me llamó la atención la manera en la que lo practican los chicos. Cuando mi hermano entró, yo me animé a pedir también la oportunidad de participar. Me gusta todo del deporte, porque es divertido y me gusta lo que significa, lo que hay detrás y porque forma parte de nuestra historia”, comentó Natali.
Con su interés por practicar este deporte ella impulsó a Naomi, quien lleva apenas 6 meses entrenando, pero que ha encontrado muy significativo este inicio. “Es interesante todo, desde los movimientos hasta el significado. Me gusta que hoy en día no sólo los hombres tengan la oportunidad de jugar, sino que también se abra la posibilidad de que las mujeres también aprovechemos oportunidades que antes estaban sólo destinadas para hombres”, señaló Naomi.
Más que una pelota
La conexión con las raíces no sólo se da dentro de la cancha, al contrario, inicia desde que se elabora la pelota, pues ésta también tiene particularidades y ciertas características con las que se debe cumplir a cabalidad. El maestro José Manrique Esquivel, presidente de la Asociación Centroamericana y de Caribe del Deporte Ancestral de la Pelota Maya, es una de las pocas personas capaces de hacer la circunferencia perfecta que requiere esta actividad.
“El Juego de Pelota Maya estuvo relegado por muchos años y, por lo tanto, la elaboración artesanal de las pelotas también estuvo olvidada. El material que se usa es el hule, pero nos vimos en la necesidad de buscar otros medios y recursos, usando el ingenio y la creatividad, por lo que la primera vez que hicimos una pelota fue con el material con el que se elaboran las llantas”, recordó.
Sin embargo, en una ocasión, al ver el documental “Ulama, el juego de la vida y la muerte”, tomó como referencia una técnica con el uso de resina de hule. Para la elaboración de una pelota, se destina un día entero, para su secado completo se necesitan 15 días y para que se pueda jugar deben dejarse pasar poco más de 60 días. “No obstante para que pueda tener un mejor brinco, se debe dejar pasar un año completo”, resaltó Manrique. ¿Pero qué son poco más de 360 días, qué es un tun en el gran cronómetro del Pok Ta Pok?
Así, con una cantidad de 40 litros de resina de hule, el cual se trae desde Palenque, Chiapas, es posible hacer hasta siete pelotas. Siete pelotas que se distribuyen periódicamente a los clubes para que cada vez sean más las y los jugadores.
Porque como toda práctica deportiva, el éxito de este juego tradicional se refleja en cómo es adoptado por las nuevas generaciones. En este sentido, el Juego de Pelota tiene pasado y futuro, ya que cuando la circunferencia sale de la cancha inmediatamente es perseguida por niñas y niños que desde los 4, 5 y 6 años ven cómo entrenan sus hermanos, hermanas, primas y primos mayores. Tienen un ejemplo a seguir y un ídolo deportivo dentro de su comunidad.
De esta forma, se borra la idea que juegos tradicionales mayas como la kimbomba, el tinjoroch, la chácara o el Pok Ta Pok, sólo están presentes en el oriente de la entidad, en el sur profundo del estado o en el corazón de la zona henequenera. Esa noción se desvanece al ver cómo estas prácticas están vivas y presentes en comisarías aledañas a la capital de la entidad y con eventos internacionales como el que se está desarrollando en estas fechas.