Ventanas Rotas Blanco_1

Del mar un murmullo: El Cuyo defiende lo suyo

Texto: Itzel Chan y Miguel Cocom

Fotografías: Grecia Cetina

El Cuyo, comunidad costera en el municipio de Tizimín considerada una joya de la península de Yucatán, es sinónimo de biodiversidad, belleza y tranquilidad, pero también de resistencia y defensa de territorio; muestra de ello es la organización que tienen sus cerca de 2 mil habitantes para impedir que hoteles y complejos departamentales de gran escala se construyan en esta zona. Sin embargo, la lucha es constante, pues actualmente hay más de 10 proyectos inmobiliarios en construcción, con los cuales se busca atraer mayor turismo.

Infografías realizadas con datos del Censo 2020 (INEGI) y del Padrón de Pescadores 2022 del Gobierno del Estado de Yucatán.
Infografías realizadas con datos del Censo 2020 (INEGI) y del Padrón de Pescadores 2022 del Gobierno del Estado de Yucatán.

Las playas y el mar color turquesa que es posible hallar en este lugar forman parte del Área Natural Protegida (ANP) Reserva de la Biosfera Ría Lagartos y sus manglares alcanzan la categoría Ramsar, el tratado a nivel mundial que promueve la conservación y el uso racional de los humedales, y es nombrado de Importancia Especialmente para la Conservación de Aves Acuáticas Reserva Ría Lagartos.

La cantidad de especies de flora y fauna que aún se encuentra en territorio de El Cuyo, como la palma chit, mangle rojo, negro, blanco y botoncillo, así como el loro yucateco, matraca yucateca, chara, colibrí tijereta mexicano, pájaro carpintero, rana cabeza de casco y el simbólico flamenco, permite también que tenga reconocimiento en el programa ‘Hombre y Biosfera’, dirigido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Con ello, nos damos una dimensión de la riqueza en biodiversidad que aún se encuentra en El Cuyo, donde con el tiempo, sus habitantes han dado muestra de conservación marina, pues han transformado sus actividades económicas: pasando de ser una comunidad pesquera a dar paso al desarrollo del ecoturismo como una de sus principales actividades económicas y fuentes de ingreso para las familias.

Sin embargo, habitantes de esta comunidad ahora se enfrentan a una lucha que es la defensa de su territorio ante los megaproyectos inmobiliarios y hoteleros que pretenden establecerse en la zona. Una pinza inmobiliaria que paulatinamente se va cerrando desde el municipio de Celestún en la costa poniente de la entidad, tiene su punto más álgido en Mérida y que también amenaza desde el estado vecino de Quintana Roo.

Celestún

El Cuyo:

En abril de 2022, los habitantes de la comunidad realizaron una campaña abierta para oponerse a la construcción del complejo Beach Front Riad Romero, se organizaron colectivamente, buscaron asesoría legal, lanzaron una campaña a través de Change.org

https://www.change.org/p/mauvila-salvemoselcuyo

que a mediados de diciembre de 2022 ya habían firmado más de 29 mil personas y entablaron un diálogo abierto con representantes de la constructora y funcionarios de los tres niveles de gobierno. Y aunque lograron que de momento el proyecto esté detenido y con sellos de clausurado, no tienen la certeza de una cancelación definitiva y aún más, no pueden impedir la ola de construcciones que se avecina en sus calles, sobre todo en donde llaman ‘la zona veraniega’.

Precisamente, esta propuesta periodística tiene la finalidad de documentar la forma en la que se han organizado habitantes de El Cuyo, quienes se rehúsan a que su destino sea un sitio que concentre un turismo masivo, tal como ha sucedido en otros destinos de la Península de Yucatán como Tulum, Playa del Carmen y Holbox.

Olas de resistencia

Guillermo Gil es uno de los habitantes de la comunidad y a sus 29 años ha tenido la oportunidad de ver el crecimiento de este sitio que aún califica como tranquilo y justamente es la característica que le gustaría que no se perdiera. Como pescador afirma que el turismo que arriba constantemente a su lugar nativo trae ventajas, pero también lo contrario.

“Lo que más nos preocupa es la seguridad del puerto, aquí hasta ahora no conocemos los problemas de drogas o de robos como en otros lugares”, comparte.

El Cuyo se caracteriza por ser una comunidad en la que la pesca es la actividad económica esencial

La perspectiva de Guillermo se confirma cuando a todas horas se ve a las niñas y los niños correr y jugar en el parque central, lugar que los mismos habitantes se han encargado de mantener en buenas condiciones, incluso los juegos que están instalados fueron comprados después de organizarse para ello.

El joven pescador es padre de familia y por eso prioriza las condiciones del puerto, a donde han llegado a vivir personas de Chiapas, Tabasco, pero principalmente de Quintana Roo y en los últimos años, de Bolivia, Estados Unidos y Canadá, dato que se confirma en el Censo de Población 2020, pues de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), Tizimín, municipio al que pertenece El Cuyo, es el sexto con mayor población nacida en otro país, por detrás de Mérida, Progreso, Kanasín, Conkal y Valladolid.

“Los que estamos y los que llegaron, ya nos hemos acomodado a la forma de vivir del puerto. En mi caso, mi mamá y mi papá crecieron aquí, lo mismo que mis hijos y a ellos me gustaría enseñarles cómo se vive, con nuestra tranquilidad y nuestra unión”, añade.

Él afirma que no se oponen al desarrollo, pero que este tiene que ser acorde a la dinámica de la comunidad porque, por ejemplo, lo que sería la construcción del complejo Beach Front Riad Romero les tomó por sorpresa, pues recuerda que un día, sin previo aviso, llegaron autobuses que transportaban a más de 300 personas, además de maquinarias que serían usadas y camiones que trasladaban material. La campana de la iglesia sonó y fue así como toda la población se dio por enterada de que algo pasaba.

“Aquí no se entra como ellos lo hicieron, porque ese día sólo llegaron personas que ni sabemos quiénes son, dónde se iban a quedar y qué iban a hacer”, menciona.

En azul se destaca la ubicación en la que se pretendía construir el complejo departamental. Imagen tomada de Google Maps.
Sellos de Clausurado en el predio

En los últimos tres años también se han abierto más restaurantes, pequeños bares y sitios de esparcimiento a baja escala, ante la necesidad de ampliar las opciones para los turistas.

Elías Hernández Medrano, también de oficio pescador, observa con calma esta diversificación y dice que es bien recibida la modernización de la comunidad, siempre y cuando sea sustentable.

Los periodos de Semana Santa y Verano son los que dejan mayor afluencia de visitantes y Guillermo valora el ambiente festivo que se genera, pero no la cantidad de basura y lo inaccesible que se vuelven los servicios de luz eléctrica, agua potable e internet porque se saturan.

Los habitantes señalan que los servicios públicos son insuficientes en la localidad

“Son 15 días los que dura la fiesta porque en ese tiempo también, El Cuyo se convierte en un salón de fiestas de los políticos. Nos ha pasado que en ese periodo cuando llega mucha gente, no hay servicios suficientes y tampoco hay comida suficiente”, afirma.

En el domo que está ubicado en la plaza principal se reúnen en diferentes horarios diversos grupos de niñas y niños, también mujeres y hombres de distintas edades que practican juegos y deportes diversos.

Las risas que se escuchan al unísono en esta parte del pueblo son también el reflejo de la energía que usan para unirse en otras actividades, como por ejemplo, pintar sus calles, recoger la basura y limpiar sus playas, así como reunir dinero si alguien enferma, como en el caso del tío de Guillermo, quien necesitaba una operación del corazón que alcanzaba un costo de 200 mil pesos, dinero que reunieron todas y todos los habitantes.

Plaza Central en El Cuyo
Los espacios públicos forman parte de la dinámica cotidiana

“Así como nos unimos para ayudar a mi tío, nos hemos unido para ayudar a náufragos que hemos encontrado por aquí, les damos techo y comida y aquí también nos hemos unido para defender nuestro territorio e impedir que hoteles que no sigan los lineamientos se establezcan”, enfatiza.

Guillermo aclara que no se trata de un aspecto de xenofobia, porque hay personas extranjeras que ya habitan en la comunidad, pero se trata de quienes se han integrado y acoplado a la ideología de esta población.

La organización que han establecido de manera natural hasta ahora es horizontal, puesto que quieren las mismas oportunidades para todas y todos, además que no quieren pasar de ser dueños de terrenos que ellos mismos pueden aprovechar de diversas maneras a sólo ser empleados de proyectos turísticos enfocados a un turismo de alto nivel adquisitivo.

“Supimos del complejo Beach Front Riad Romero y comenzaron a lanzar publicidad donde ofrecían departamentos lujosos, pensando que nos podrían engañar al ofrecernos empleos de cocineros o en áreas de limpieza, jardinería, plomería, limpiar piscinas, pero con sueldos muy bajos, pero no, aquí preferimos cada quien tener nuestros negocios porque queremos que el sol salga para todos. Aclaro, no estamos en contra de proyectos, pero no queremos proyectos que nos quieran imponer reglas”, especifica.

Otra de las razones por las cuales se opusieron a esta edificación es porque se comenzaba a hablar de playas exclusivas para sus visitantes, esto a pesar de que el Programa de Ordenamiento Ecológico Territorial de Yucatán estipula que áreas de todos los desarrollos turísticos, vivienda y hoteles deberán contemplar el acceso público a zona federal marítimo terrestre, de acuerdo con lo estipulado en el Reglamento para el Uso y Aprovechamiento del Mar Territorial, Vías Navegables, Playas, Zona Federal Marítimo Terrestre y Terrenos Ganados al Mar, recomendándose distancias máximas de 200 metros.

Incluso en meses anteriores, algunos turistas extranjeros que recién habían llegado a radicar a la comunidad intentaron impedir el tránsito de motos en algunas calles, alegando contaminación auditiva, pero los habitantes de El Cuyo también impidieron el cierre de rutas y accesos por los que las familias transitan para acudir a sus actividades cotidianas. El turismo exclusivo y de segunda residencia no va a avanzar en El Cuyo si lo que buscan es apropiarse de un espacio público que es de todas las familias de la localidad, señalan sus habitantes.

Esta conciencia colectiva y un tejido social fuerte en el que se conocen todos los habitantes han ayudado a que este puerto pesquero sea un lugar seguro. A diferencia de otras zonas de México, y de Yucatán en fechas recientes, aquí todavía es posible dejar las llaves de la motocicleta, las bicicletas sueltas y caminar a media noche, teniendo la certeza de que todo estará en su lugar y en calma.

La comisaria Neydi Puc Gil considera que incluso esto es algo que ya no se puede vivir en la zona costera de Quintana Roo y es por eso que muchos han migrado de allá hacia El Cuyo.

Comisaría de El Cuyo

“Por lo mismo, a diferencia de Quintana Roo, nosotros no queremos que vengan empresarios a poner negocios grandes, queremos que vengan negocios pequeños y que todo sea ordenado, porque además, aquí la mayoría de la gente se dedica a la pesca o al ecoturismo y no va a dejar su principal trabajo para irse a trabajar a un hotel grande”, indica.

Se trata de una comunidad donde todas las personas se saben los nombres de los habitantes, donde se saludan y recomiendan entre sí sus negocios e incluso tratan de evitar la competencia desleal, pues fijan precios estándares que sin papeles de por medio, se comprometen a respetar.

La apropiación del lugar donde viven se refleja también en sus niñas y niños, quienes están conscientes de dónde están habitando, pues en sus pláticas hablan de conservación, de naturaleza y conocen bien a los animales que habitan en su ecosistema.

La comunidad escolar participa en el cuidado del medio ambiente

Evitan “Tulumnización” de El Cuyo

La doctora Claudia Teutli Hernández, investigadora posdoctoral y profesora de asignatura de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) Unidad Mérida de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) considera El Cuyo como un buen ejemplo de la defensa del territorio, la seguridad alimentaria y de vida.

La investigadora reconoce que lamentablemente Cancún, Tulum y demás destinos de la Riviera Maya ya dieron de sí y la pregunta al aire es: ¿en dónde más hay playas tan bonitas? Y la respuesta casi inmediata es: en la zona norte de Yucatán. El Cuyo para ser exactos, pues aún hay playas semiprístinas que no están rodeadas de grandes hoteles, restaurantes y discotecas.

“En Holbox es lamentable la situación, hay un desarrollo muy malo y desmedido, donde la corrupción desde mi punto de vista es muy grande. La mala planeación y el incremento de habitantes y visitantes ya han provocado otras problemáticas como el tráfico de drogas y esto no es un secreto, lo que contrae inseguridad”, puntualiza.

El desarrollo en El Cuyo no ha llegado a este tope, pero de no frenar a tiempo, se corre el riesgo de que suceda como en otras áreas de Quintana Roo, lo que a la vez les perjudicaría económicamente, pues al atraer un turismo de alto poder adquisitivo, un panucho que compran hoy en día en 5 pesos, alcanzaría precios hasta de 20 ó 30 pesos, por citar un ejemplo.

Infografía realizada con datos del Censo 2020 (INEGI)

Carla Escoffié Duarte, directora del Centro de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Monterrey y abogada especializada en derecho a la vivienda y derecho a la ciudad, explica que en Yucatán, desde la década de los 90’s se empezó a apostar por el negocio inmobiliario y esto a la vez ha significado el detrimento de pueblos indígenas.

Para la especialista, no se puede separar la industria inmobiliaria de la turística, ya que una cosa incentiva a la otra, sobre todo, en Yucatán, estado que se promociona como uno de los más seguros a nivel nacional y que sirve como un ‘anzuelo’ para enganchar a personas de otras entidades y países para que inviertan en el territorio en donde es posible hallar cenotes, playas, manglares y zonas arqueológicas.

Esta situación ha permitido que haya especulación en lugares apartados de la ciudad y muy cercanos a las playas como es el caso de Celestún, Sisal o El Cuyo.

Cada vez son más los inmuebles y lotes que se venden en la comunidad

“Hay algunos puertos en Yucatán donde hay más lotes de inversión que personas y lo que estamos viendo es la lógica de querer explotar y desarrollar en las playas porque hay una sobredimensión del mercado, sobre todo estadounidense y canadiense”, afirma.

El hecho de impulsar una lógica de turismo masivo trae consigo una explotación de los recursos naturales, pero esta situación es ignorada por visitantes que sólo buscan sitios ‘instagrameables’, que incluso son promovidos por el mismo Gobierno del Estado como tal, pues hay publicidad de Yucatán también en la otra Península, la de Baja California.

“La cuestión del turismo también ayuda políticamente a gobernadores para impulsarlos a nivel nacional, es decir, es un área de oportunidad porque se justifica que de esta manera pagues publicidad fuera de tu estado”, apunta.

De acuerdo con información de la Secretaría de Fomento Turístico (Sefotur), tan sólo en 2020, el Gobierno de Yucatán gastó en publicidad más de 35 millones de pesos, para invitar a inversiones para acaparar lugares en la entidad.

Baruch Aguilar Mena, especialista en Manejo Sustentable de Zonas Costeras, ha observado a través de diversos trabajos que una de las amenazas que sufren los ecosistemas de playa es la deforestación de la duna a pesar de que esta vegetación sirve como barrera al momento de la llegada de huracanes y tormentas.

La deforestación en las dunas de la playa de El Cuyo se ha incrementado en los últimos años

“Además de las construcciones de edificios, la instalación de otras estructuras de escolleras y palapas, también afecta”, menciona.

Con frecuencia, estas edificaciones de diversas dimensiones son establecidas con o sin autorización de las autoridades ambientales, por lo que al momento de cuestionar los procesos, muchas veces es como preguntar al vacío.

Los materiales de construcción invaden el ecosistema

Un mar de contradicciones

Sobre el caso específico del complejo Beach Front Riad Romero, el alcalde de Tizimín, Pedro Couoh Suaste, especifica que Stratton Ltc S.A de C.V, la empresa constructora, cuenta con su documentación en orden, además que la misma Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) aprobó la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) sin mayor impedimento.

El funcionario municipal estima que en sí la debilidad del proyecto consistió en ir dirigido a un segmento de turismo que no es compatible en la zona, sin embargo, los permisos de uso de suelo, así como de construcción fueron otorgados de manera exprés por la administración anterior, pues dieron luz verde el 25 de agosto de 2021, es decir, cinco días antes de salir.

Sin embargo, lo que sí reconoció el alcalde es que en menos de un año, bajo su administración se ha autorizado la construcción de 10 hoteles nuevos en El Cuyo.

Son varias las construcciones que se están llevando a cabo en El Cuyo

“Con ninguno de esos hoteles tienen problemas las personas del lugar, no hay oposición de nadie y todos cumplieron con entregar su MIA a la Semarnat. Nosotros como Ayuntamiento creemos que toda empresa que cumpla con los requisitos y lineamientos federales puede tener acceso y un buen trato”, afirma.

De acuerdo con la MIA del complejo Beach Front Riad Romero, marcada con la clave 31YU2020TD038, contaría con estacionamiento, departamentos, restaurante, amenidades y áreas verdes, todo distribuido en cuatro niveles, es decir un piso más que los demás hoteles en la zona.

La empresa promovente especifica que eligieron El Cuyo porque en la actualidad hay un marcado crecimiento urbano. “Con el desarrollo del proyecto se pretende contribuir con el desarrollo inmobiliario y socioeconómico de la localidad mediante la construcción de infraestructura acorde con la vocación natural de la zona”, se lee en el documento.

La inversión total requerida para la construcción de la infraestructura es de aproximadamente 11 millones de pesos y dentro de este monto de inversión se contemplaría el pago por los estudios pertinentes en materia de impacto ambiental y la lotificación del desarrollo, aunque del total del presupuesto, sólo 550 mil pesos, es decir, el 5% se destinaría para las medidas de prevención y mitigación de los impactos generados.

En el mismo documento entregado ante la Semarnat, la empresa detalla que no se considera la realización de estudios de capacidad de carga ni de procesos costeros porque son departamentos y no un hotel, esto a pesar de sí requerirse porque se trata de una Reserva de la Biosfera.

Cabe destacar que en la Manifestación de Impacto Ambiental se identificaron diversos impactos medioambientales como “Efectos negativos en la atmósfera por la incorporación de polvos y partículas”, “Afectaciones a la calidad del suelo por lixiviados, residuos sólidos y fisiológicos”, “Afectaciones al suelo por la generación de fugas o derrames de combustibles”, “Efectos en la calidad del agua subterránea por posibles fugas o derrames”, “Efectos negativos en las especies enlistadas en la NOM-059  registradas en el sitio” y “Modificaciones del hábitat por la construcción del proyecto”; aunque todo esto no impidió que se considerara viable la autorización debido a que “el proyecto generará impactos positivos sobre la economía e influirá de manera positiva en las condiciones de empleo” y a que “los impactos negativos generados son en su mayoría temporales y en gran medida reversibles”.

A pesar de que fue solicitada información a la Semarnat y a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) para corroborar cuál fue el análisis realizado a la MIA y así autorizar la construcción del proyecto, no fue posible obtener una respuesta.

Otras amenazas que acechan la costa yucateca

Además de la construcción de hoteles y proyectos inmobiliarios, otra amenaza que se detecta en El Cuyo es la construcción de proyectos de energía renovable, como los parques eólicos y solares, pues con frecuencia, llevan el despojo de tierras de por medio.

Las activistas Jazmín Sánchez, Ariana Escalante y el investigador adscrito al Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), Rodrigo Patiño, desde la agrupación Articulación Yucatán, dan puntual seguimiento a este tipo de proyectos que se han establecido también muy cerca de El Cuyo.

Han observado que uno de los principales problemas es que además del incumplimiento de legislaciones ambientales, otro tema es que la voz de quienes habitan en las comunidades no es tomada en cuenta, pues planean y proyectan construcciones cuando no saben si la población está o no de acuerdo.

“Esto refleja una importante necesidad de hacer evaluaciones integrales, es decir, que incluya todos los aspectos y los impactos a nivel acumulativo y también la participación de las personas”, expone Jazmín Sánchez.

Para Rodrigo Patiño, esta situación de invasión hotelera e inmobiliaria en los puertos es parte de la economía basada en el turismo que hay en Yucatán, pues hay una maximización de promoción en un mercado estadounidense y europeo para que generen sus proyectos de retiro.

La preocupación de quienes conforman esta agrupación es que en las actualizaciones del Programa de Ordenamiento Costero del estado poco a poco se suavizan los lineamientos para otorgar zonas de aprovechamiento como por ejemplo, para el mercado energético.

“Hemos detectado que muchas áreas de conservación o con vocación para conservación donde sólo se permitían actividades de bajo impacto y que claramente no eran para actividades industriales, se han cambiado los criterios de manera que se permita que lleguen proyectos de energía de gran escala que evidentemente son industriales”, agrega Ariana.

Parques Eólicos en la Península de Yucatán 2022. Elaboración: GeoComunes.

Como muestra está el permiso otorgado a la empresa Fuerza y Energía Limpia de Tizimín S.A. de C.V. para la construcción de un parque eólico que se estableció en la comisaría de Yohactún a 8.5 kilómetros al sur de la Reserva de la Biosfera Ría Lagartos.

Dicho parque está compuesto por 41 aerogeneradores con una capacidad instalada de 86.1 megawatt (MW) y están interconectados con la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

“Quienes se dedican al turismo alternativo en El Cuyo, como el avistamiento de aves, están muy preocupados porque donde está el parque es una ruta de paso de aves y aunque la empresa se ha comprometido de realizar un monitoreo de colisiones, son datos que no comparten”, añade Ariana.

Esta dinámica de modificaciones y actualizaciones a conveniencia es precisamente lo que preocupa que pase para dar la bienvenida a hoteles y megaproyectos inmobiliarios.

Un océano de esperanzas: proyectos de restauración 

Ante todos los retos que enfrentan quienes habitan en El Cuyo, también navegan en un mar de esperanzas, pues han encontrado formas de frenar daños que ocasiona el crecimiento urbano.

Actualmente, se comienza el primer trabajo de restauración de manglar, dirigido por la doctora Claudia Teutli Hernández, investigadora posdoctoral y profesora de asignatura de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) Unidad Mérida de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en conjunto con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés).

Este tipo de trabajo no ha sido realizado antes en la zona de El Cuyo, pero mujeres y hombres están en disposición de conservar sus ecosistemas.

Imagen panorámica de El Cuyo

A la vez, esto significa la creación de empleos verdes, pues se les paga por contribuir al proyecto de rescate y conservación de las especies de mangle.

Claudia comparte que a las primeras reuniones han asistido alrededor de 50 personas, en su mayoría mujeres, quienes consideran que la actividad también significará un recurso extra para sus hogares.

“Hemos notado que están en la mejor actitud de proteger y restaurar su entorno porque ellos dicen: quiero que mis hijas y mis hijos vean crecer el mangle como yo lo vi. Tienen muy claro también que la conservación de estos ecosistemas les trae beneficios económicos a través de la pesca, por ejemplo”, explica.

La restauración del manglar se realizará a través de la ‘ecología forense’, metodología basada en identificar de qué murió el manglar, para saber cómo se puede revivir y de esta manera, reducir las causas de su muerte.

Mientras que las mujeres de esta comunidad se interesan en trabajar en la rehabilitación hidrológica y topográfica, sus esposos, los pescadores, arman un proyecto de Refugios Pesqueros.

Miguel Rivas, director de las Campañas de Santuarios Marinos en la asociación civil Oceana, menciona que el área geográfica donde está ubicada El Cuyo es de alta importancia en materia pesquera, pues la especie bandera es la langosta, de alto valor comercial. Ante la explotación de esta pesquería, se ha proyectado poder trabajar con un Refugio Pesquero para tener zonas de crianza de juveniles de langosta.

Los Refugios Pesqueros son zonas que bajo acuerdo de las personas que se dedican a la pesca se impide capturar especies, con el propósito de permitir que sea un hábitat ideal para reproducción y anidación en este caso, de langosta, pero también de otros ejemplares.

De acuerdo con el portal Pescando Datos de Causa Natura, en el país ya hay 14 redes de Refugios Pesqueros en los litorales de Baja California Sur, Sinaloa, Sonora, Quintana Roo y Yucatán. En Yucatán hay uno en Celestún, en el que se protegen especies como el mero rojo, pulpo rojo, langosta del caribe, pepino de mar, erizo, carito, sierra, picuda, abulón. Por lo que de concretarse un refugio pesquero más en la costa de Tizimín, se estarían protegiendo los dos extremos del litoral yucateco.

Cabe señalar que los Refugios Pesqueros, al estar dentro del mar, no tienen como tal una delimitación específica más allá del consenso entre los habitantes. Se trata entonces de un proceso, al mismo tiempo, de construcción social en el que las y los pescadores toman el acuerdo de respetar esta delimitación y usar las áreas en las que sí aprueban la pesca legal.

Miguel Rivas explica que al dejar de pescar en cierta área, los resultados comienzan a verse en cinco u ocho años, tiempo que permitirá ver la multiplicación de algunas especies. Esto se traduce así en una herramienta de conservación y planificación que permite poner un alto a los proyectos que pudieran dañar el ecosistema marino a través de la pesca.

En El Cuyo hay alrededor de 470 pescadores, de los cuales poco más de 100 están cooperativizados, de acuerdo con la Secretaría de Pesca y Acuacultura Sustentable de Yucatán, por lo que el reto es que todas las personas involucradas en esta actividad económica, estén de acuerdo en esta forma de conservación del ecosistema marino.

Con estos proyectos de conservación marina, más la fortaleza del tejido social que existe en este punto de Tizimín, se tiene la esperanza de proteger a la costa yucateca y no convertirla en un Cancún, Tulum o Playa del Carmen más, con centenas de proyectos inmobiliarios y hoteleros que se mueven por intereses económicos y no priorizan la protección de los ecosistemas, el derecho a la libre determinación de las comunidades y a un ambiente sano.

En El Cuyo las construcciones no se han detenido y cada vez más personas lo eligen como un destino de retiro, así que la resistencia y la defensa del territorio, marino y terrestre, seguirá en pie por parte de sus habitantes hasta convencer a quienes lleguen a que sólo se les dará la bienvenida siempre y cuando sean aliados de la sustentabilidad.

* Este trabajo contó con el apoyo de la Red de Periodismo del Mar (Repemar), impulsada por Causa Natura con la ayuda de la Earth Journalism Network de Internews.

 

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