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El cuento y sus orillas

Rosalba Robles Vessi

No obstante su buena fama, su legión de practicantes novatos y su legión de exitosos escritores, la literatura no cuenta con una definición única acerca de las características del Cuento, acerca de sus fronteras, límites y formas. Y esto sucede no obstante su larga data y origen que nos traslada posiblemente a la era neolítica cuando se contaban, quizás al caer la noche, las aventuras vividas durante el día y que habían hecho posible sobrevivir un día más. La cuna del cuento es la oralidad más primigenia. Según Borges, todos los idiomas que él conocía usan el mismo verbo, o verbos de la misma raíz para el acto de narrar y enumerar.

Se han escrito también cientos, miles de páginas que tratan acerca de las características y orillas del cuento, que si bien enriquecen el diálogo, el análisis y multiplican las escuelas y corrientes, ninguna resulta ganadora si de definiciones definitivas y generalizables se trata.

Hay autores que nos dicen que quien busque desde su inseguridad definiciones precisas que colgarle al cuento, partirá con las manos vacías.

En cambio, quienes perciban la maleabilidad y flexibilidad de sus orillas, quienes trabajen desde sus contornos, sus límites pegajosos, blandos, siempre cambiantes y suaves, no como muros que encierran y asfixian, sino como frontera que deja pasar el arte, la creatividad, la imaginación, la sorpresa y la verosimilitud y, diría Cortázar, quien logre además el efecto intenso de un nocaut, partirá con el corazón rebosante.

Él mismo señala también que el cuentista trabaja verticalmente, hacia abajo o hacia arriba del espacio literario pero no acumulativamente, no en suma de tiempo.

El cuento no resiste, no acepta los actos de fe de las tesis acerca del mismo, porque ellos lo llevarían a perder su valor.

Para alimentar nuestras dudas, encontramos autores, clásicos expertos cuentistas como Horacio Quiroga, que nos comparten secretos profesionales para poner en práctica, siempre y cuando mantengamos el espíritu de la creatividad, como es la sugerencia de tomar a los personajes de la mano y llevarlos firmemente hasta el final, o bien, la de coger por sorpresa la atención del lector desde las primeras líneas.

Borges nos regala consejos que marcan los límites de su propia orilla, como es evitar la vanidad, evitar la modestia, la pederastia, la ausencia de pederastia y el suicidio. Es decir, Evitar todo y tomarlo todo.

Bioy, en vista de que acepta que no hay reglas, apuesta al buen tino y compara el arte de escribir cuentos con el arte de cocinar. Tener la receta en mano, dice, a nadie le asegura una buena sazón.

El desplazamiento de reglas generales para escribir un cuento no omite la necesidad del conocimiento y el análisis de la morfología de éste, es decir su estructura, motivos, tema, tono, trama, estilo y la lógica de la narración. Porque bien sabemos que una narración de hechos no la hace un cuento y sin embargo un cuento es una narración que exige el detalle de sus partes constitutivas y la relación de esas partes entre sí y con el conjunto.

En consonancia con lo anterior, Gabriel García Márquez nos dice que un cuento es una historia orgánica con principio, desarrollo y fin; o lo que es lo mismo, introducción, desarrollo y cierre.

Ricardo Piglia por su parte, para construir un cuento, prefiere poner el acento en la parte intermedia a diferencia de quienes prefieren finales contundentes. Finales de nocaut.

Por otra parte, con respecto a las orillas, ha habido momentos en los que se distinguía la novela del cuento de acuerdo con el tiempo requerido para su lectura, siendo, por supuesto, el tiempo mayor para la novela; ésta además, a diferencia del cuento, puede ser suspendida en su lectura en cualquier momento, por el contrario el cuento nos exige, de preferencia, una lectura continua en un solo lapso.

En el cuento hay pocos personajes, el centro, el meollo está en la historia que se cuenta, y afirman los clásicos modernos que en esa historia que se cuenta hay dos historias sustentadas como un iceberg; en la parte visible, apenas la punta que asoma y la parte profunda que sabemos que ahí está pero no es visible a primera vista.

¿Acaso podríamos suponer que Borges relata la parte hundida, a través de capas y capas y desde ahí construye no una sino varias historias? Piglia señala que Borges construye perversamente una trama secreta con los materiales de una historia visible. ¿Cómo precisar entonces sus orillas? Cada cuento en Borges contiene su particular y propia orilla.

De acuerdo con Alan Poe, un cuento es una obra de imaginación que trata de un solo incidente que puede leerse de un tirón, ha de ser original, chispeante y debe tener una unidad de efecto.

Vale la pena preguntarnos ¿cuándo el cuento se fue configurando a partir de las orillas que hoy más reconocemos en él? Pudo ser cuando a fines del siglo XIX, para alcanzar una divulgación más amplia en revistas y periódicos, se escribían éstos bajo el esquema de 1) Introducción; 2) Presentación de personajes; 3) Lo que ellos hacen y lo que les hacen y 4) desenlace
.

Los periódicos impusieron en esa época la extensión, un molde. La orilla se ajustó y el autor debía dejar fuera, por tanto, todo lo superfluo e innecesario. Edith Wharton nos señala que todo tema contiene su propia extensión. Y si el tema es bueno, bien podría ser cuento o novela. Para más adelante decir que esto no es una regla válida para todos, sino solo una guía. Benditas diríamos ahora, las orillas maleables.

Chejov, por su parte mencionó lo que en mi opinión es central: que cada uno escribe como puede y como debe y eso nos recuerda una pauta: se escribe sobre lo que interesa al escritor no a la persona. El cuento es lo que su autor quiera.

Algunas Características:
 

-Libertad. Libertad para crear. Amplitud de temas y formas No hay un molde general y son sus orillas flexibles las que lo hacen posible.

-Un buen cuento se obtiene desde la perseverancia en la escritura, perseverancia que es más que disciplina.

-La literatura y el cuento son una forma de arte, que se multiplica cuando desde una actitud vital se trabaja para tratar que un texto reproduzca una realidad con un profundo aliento interno.

-Un cuento se escribe de manera muy personal. Habrá influencias, sin embargo escribir es un acto íntimo y solitario.

-Se escribe sobre la vida, y lo que se escribe cobra vida cuando se cuenta y si el cuento expresa arte, lo hace en tanto reproduce actos de la vida.

-La mente tiene un poder que no descansa y ese movimiento continuo es capaz de crear belleza, pasión y verdad y el cuento puede ser un vehículo para expresarlo.

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