Por Itzel Chan
Hoy en día se habla de lo mucho que afecta el adultocentrismo, es decir, esta forma de mirar a las niñas y niños desde un ojo adulto y sobre todo, pensar que lo que dicen o hacen es menos importante o en todo caso, de plano no cuenta. Lo positivo es que cada vez surgen más estrategias para ser conscientes de estas prácticas y también para combatirlas.
Tal es el trabajo que hace la maestra María Ligia del Mar Méndez Pérez, quien labora en la escuela primaria ‘Augusto Molina Ramos’, en el municipio de Acanceh.
Su pedagogía la basa en prestar atención a lo que las niñas y niños tienen que decir porque para ella suma, enriquece y mejora todavía las herramientas que comparte en las aulas.
Lleva seis años en esta escuela, ubicada en el municipio que está a poco más de 40 minutos de Mérida y desde entonces se encarga de darles la bienvenida a los grupos que ingresan a primer grado.
Para que las y los estudiantes se familiaricen con el sistema de la primaria, Marimar, como le dicen sus colegas, imparte también segundo grado.
A lo largo del tiempo que lleva acompañando a niñas y niños en estos primeros grados también notó que podía hacer algo diferente para que se interesaran por la lectura y escritura.
“Mi supervisora me enseñó mucho del enfoque constructivista que muy pocos docentes manejan y que debería ser el eje rector de nuestra práctica en primeros y segundos grados”, compartió.
Este enfoque le llevó a dejar a un lado la mirada adultocentrista y comenzar a concentrarse en escuchar a las y los menores.
“El adultocentrismo permea en todas y todos, en mamás, papás, maestros, maestras, familia en general y pensamos que las niñas y los niños no tienen mucho de qué hablar o no tienen por qué emitir una opinión sobre ciertas situaciones”, mencionó.
De ahí nace el proyecto ‘Carta a mi futurx maestrx’, porque después de cada ciclo escolar Marimar debía hacer una ficha descriptiva de cada estudiante en la que desde su mirada de docente y adulta compartía qué saben, si la niña o el niño es ‘inteligente’ o no, si participa en clases, si le gustan o no las matemáticas, si es hábil para otras asignaturas y así un sinfín de etcéteras.
“Lo que no nos ponemos a pensar es en lo que ellas y ellos piensan de sí mismos, qué necesitan realmente y cómo les gusta aprender”, dijo.
Así, cambió la técnica y lleva cuatro años pidiéndoles a sus estudiantes que escriban una carta a su próxima maestra o maestro de tercer grado.
Las cartas se entregan a las y los docentes de tercer grado y hasta ahora les son de mucha utilidad porque saben desde cómo les gusta a sus estudiantes que sean nombrados hasta cómo disfrutan aprender.
En esta escuela de Acanceh han descubierto que es una forma muy armoniosa de familiarizarse el alumnado y el cuerpo docente, pues es la niñez misma la que habla de sí, comparten qué les gusta, qué saben, qué quieren y cómo les gusta aprender, qué materias se les facilitan más, en qué necesitan más apoyo y en general qué disfrutan más hacer.
“Este es un proceso de alfabetización, pero también es una forma de voltear la mirada hacia las niñas y los niños en cosas que les involucran, saber qué les gusta y es una manera de abrirles un espacio para que se expresen”, compartió.
Lo sorpresivo de este proyecto es que ahora las y los estudiantes de la primaria ‘Augusto Molina Ramos’ usan la lengua escrita para casi todo y disfrutan mucho escribir, pero han observado también cómo esto les lleva a interesarse por la lectura.
Con este proyecto, la maestra Marimar obtuvo el reconocimiento ABC, que se otorga por la iniciativa Mexicanos Primero a docentes que con su ejemplo promueven la transformación educativa en México.
En esta ocasión la maestra Mar fue premiada junto con otros docentes de los estados de Chihuahua, Quintana Roo, Ciudad de México, Coahuila, Puebla y Jalisco, quienes tuvieron una ceremonia en el Castillo de Chapultepec.