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Neek Ich Che, donde hay guardianes de las semillas

Por Itzel Chan

“Nosotros no talamos los árboles, nos interesa conservarlos. Si no hay árboles, nos quedamos sin oxígeno”, comparte Mayra Dzib Mukul, una de las guardianas de las semillas en el ejido 20 de noviembre, en Calakmul, Campeche.

En esta comunidad sólo hay una calle principal, donde encuentras letreros como “Todos somos Selva Maya” y “Mantén limpia nuestra comunidad”. Hay brazos a los costados como caminos y todos terminan donde comienza el espeso verdor.

Las familias, que no sobrepasan un par de centenas, mantienen las puertas de sus casas abiertas todo el tiempo. Ahí en esa comunidad, hay un proyecto comunitario que se llama Neek Ich Che (semilla, producto del árbol) y es un grupo de personas artesanas que exponen el talento que tienen en sus manos, pero sobre todo, es como un templo de conservación de las semillas.

Se ubica en un camino empinado, en las faldas de la montaña como le dicen los habitantes y se han acondicionado senderos que dirigen a un local construido de madera. Al centro hay un conjunto de raíces que funcionan como mostrador para exponer la gran cantidad de aretes, collares, anillos, llaveros, colgantes varios en forma de aves, gatos, perros, mapaches, loros, gallos, conejos y muñecas.

Ni una artesanía es parecida entre sí y la base principal en el material son precisamente las semillas, de todos tamaños y formas.

“Para hacer esta muñequita por ejemplo nos llevamos mucho tiempo porque no podemos usar cualquier semilla, tenemos que buscar hasta aquellas que tienen forma de zapatitos”, menciona Mayra, los señala y en efecto, sus pequeños zapatitos pareciera que fueron mandados a hacer a la medida de la pequeña niña que tiene como cabeza, una semilla de cocoyol.

A los alrededores de la tienda hay palapas y en una de ellas tienen frascos con la materia prima y son más de 50 tipos. Mayra explica entonces que las semillas colocadas en esos frascos ya pasaron antes por un proceso de selección.

“Recogemos las semillas y revisamos cuáles tienen posibilidad de germinar, si es así, las sembramos y las que no, las agarramos para las artesanías”, describe.

Parte del paisaje principal son justamente los árboles y muchos de ellos tienen letreros con sus nombres como por ejemplo Akitz, Pucté, Kuyché y otros, que sirven de referencia para cuando turistas llegan a la zona.

“Hacemos esto para darle valor a la naturaleza y a las semillas porque sabemos que podemos conectar con algo sustentable. Un árbol nosotros no lo cortamos y sus semillas no las arrancamos, usamos lo que nos dejan las aves y si podemos, reforestamos y sino promocionamos su conservación con las semillas”, dice mientras limpia las nuevas creaciones que han hecho y que las colocarán en la galería.

La joven también confía en la utilidad que tienen los árboles y dice que uno de sus propósitos es que cada persona que visita la comunidad se vaya con la conciencia del cuidado de nuestras selvas.

“Tenemos mucho, por todas partes, árboles que son medicinales, pero si la gente no sabe que tienen un fin, no le ven sentido cuidarlo, por eso les enseñamos esta importancia”, menciona y se alista a recibir al grupo que está por llegar.

También compañeras y compañeros de la comunidad comenzaron a reunirse porque preparan una bienvenida para las y los visitantes.

En 20 de noviembre la relación con sus selvas es estrecha y la priorizan antes que cualquier cosa y lo comprendemos, vale la pena: antes de irme, vi un tucán en libertad.

Pueden seguir las redes del proyecto aquí:

https://www.facebook.com/neekichche?mibextid=2JQ9oc

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