Por: Miguel Cocom
Yucatán se mantiene por encima del promedio nacional en acceso y uso de tecnologías digitales, de acuerdo con los resultados de la ENDUTIH 2024. Sin embargo, estos avances conviven con desafíos persistentes: desde la calidad y estabilidad del servicio hasta las desigualdades territoriales y los constantes apagones eléctricos que afectan a comunidades urbanas y rurales por igual.
86% de las personas en Yucatán usan internet, superando el promedio nacional (83.1%).
73.9% de los hogares tienen acceso a internet, apenas por encima de la media nacional (73.6%), lo que sugiere que el acceso aún no es universal ni homogéneo.
81.8% de la población usa teléfono celular, prácticamente en línea con el promedio del país (81.7%).
31% de los hogares cuentan con dispositivos inteligentes conectados a internet, un dato significativamente mayor que el promedio nacional (26%).

Aunque en el papel Yucatán parece avanzar hacia un ecosistema digital más robusto, la realidad cotidiana matiza ese optimismo. Los cortes de energía eléctrica —cada vez más frecuentes en Mérida y en comunidades del interior del estado— interrumpen la conexión, dañan equipos y generan incertidumbre sobre la viabilidad de una digitalización efectiva.

Además, muchas zonas rurales siguen enfrentando limitaciones serias de infraestructura, costos elevados y falta de alfabetización digital. No basta con tener internet: también se requiere estabilidad, formación y condiciones materiales para aprovecharlo.

La conectividad no debe medirse solo por la cantidad de usuarios o dispositivos, sino por el impacto real que tiene en la vida de las personas. ¿Se traduce en acceso a la educación, en mejores oportunidades económicas, en participación comunitaria? ¿O es apenas una señal intermitente que va y viene con cada apagón?

Porque estar conectado no siempre significa estar incluido.