Por Itzel Chan
“No se va a caer, lo vamos a tirar”
Cada vez que escucho la frase en las marchas feministas lo creo así y lo transformo en un mantra que repetimos las mujeres con el puro deseo que algún día sea posible tirar por completo al sistema patriarcal.
En cada marcha me arde el pecho, me conmociono y lloro…esta vez distinto a las ocasiones que sentí miedo o cuando viví algún tipo de violencia.
Cada año son más las mujeres que se suman a las manifestaciones porque nos unimos al decir: no seguirán cómodos con nuestro silencio.
Con cada grito nos deshacemos de la educación que dicta “calladitas se ven más bonitas” y denunciamos en voz alta los abusos cometidos en contra de nuestros cuerpos, emociones y derechos.
Entonces reconocemos que todo lo que pasó no es nuestra culpa sino de todo el sistema que encubre a agresores, abusadores y violadores.
La marcha de este 8 de marzo 2024 fue distinta en Mérida, Yucatán, quizá con notables divisiones, desacuerdos y rasgo de confusión.
Incluso se habló de la intervención de grupos políticos entre manifestantes. No es posible asegurarlo así o desmentir, o no en este momento.
Quizá esta marcha remite a un momento de reflexión para quienes nos nombramos feministas y cuestionar la viabilidad de las manifestaciones desde una perspectiva crítica.
En lo personal, sí diré: que rompan todo lo que tengan que romper, que griten con rabia lo que se ha callado por años y que tan sólo por una vez el Gobierno y su sistema tiemble como nos ha tocado temblar a nosotras.
Desafortunadamente, como en todo movimiento social, es posible que las cosas se salgan de control y que en efecto, no se pueda distinguir elementos que busquen desestabilizar los propósitos.
Pero no todo es malo en sí, hay quienes toman las calles por una mera convicción de exigir una igualdad social, pedir justicia por todas las mujeres desaparecidas y otras más, asesinadas a causa de la violencia machista.
Se trata de pedir auxilio ante un “¡Nos están matando!”, pero mientras el Estado arma estrategias para resguardar los monumentos y edificios así, así como quisiéramos que nos protegieran a todas.
Este 8M 2024 queda en la memoria para recordar, para darnos a la tarea de discernir qué otras acciones podemos emprender para que el Gobierno no se acostumbre y diga: una marcha más, protegemos, cerramos todo y al día siguiente todo volverá a la normalidad.
No queremos más feminicidios, no queremos más estadísticas de abuso y violación, no más niños, niñas y mujeres golpeadas y asesinadas.
Queremos vivir libres y sin miedo.