Por Itzel Chan
Vivo en un estado donde siete de cada 10 mujeres de 15 años o más hemos enfrentado algún tipo de violencia en las calles, escuelas, trabajo, transporte, sitios públicos y hasta en nuestros propios hogares, esto de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las relaciones en los Hogares (Endiredh).
Se trata de un Yucatán donde la violencia de pareja representa el 45.1% por encima de la media nacional, lo que coloca a la entidad en un tercer lugar con esta problemática en México.
Sin embargo, en temporada electoral, las propuestas en campañas están muy lejos de voltear a mirar esta situación, principalmente de parte de los candidatos hombres.
Y no es que las propuestas que compartan sean del todo malas, hay algunas que si en sueños se pudieran llevar a cabo al pie de la letra estaríamos hablando de otras circunstancias sociales.
Desde inicios de campaña, me llamó la atención el discurso que maneja un candidato (prefiero omitir nombre y partido para que no se interprete como un asunto personal, sino lo especifico como sistemático).
En sus encuentros con personas, él hace hincapié en que las mujeres somos ‘guerreras’ y proyectan testimonios en video en los que hay mujeres que tienen más de un trabajo para poder ‘salir adelante’, por ejemplo, lo cual en su discurso el candidato admira, celebra y aplaude.
Sin embargo, esto habla de una estructura que precisamente todo el sistema ha armado por años para precarizar a las personas, porque lo ideal es que todas sin excepción deberíamos poder vivir con un solo trabajo, en un ambiente sano, con un salario digno y prestaciones que nos permitieran tener bienestar y calidad de vida.
Otro dato que me llama la atención es que recurre al asombro sobre ¿cómo le hacen las mujeres para trabajar fuera y trabajar en casa con las labores domésticas? Entonces hasta afirma: ellas son las primeras en levantarse y las últimas en irse a dormir.
Esto muestra lo que en estadísticas se ha dicho antes: las mujeres destinan 24.5 horas a la semana más que los hombres en cuanto a trabajo doméstico, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Ocupación y Empleo (ENOE), publicada en 2023 por el Inegi.
Es decir, mientras la mayoría de los hombres se concentran plena y absolutamente en su trabajo, las mujeres se parten en mil pedazos para revisar qué falta en casa, qué hay que comprar, qué se va a desayunar, comer y cenar; procurar que la ropa de las personas que integran la familia estén limpias y en su lugar, que los pisos de las casas no tengan polvo, que se paguen los servicios, que las hijas e hijos lleguen puntuales a la escuela, que no les falte nada y decenas de tareas que son repetitivas diariamente.
Esto hablando en un panorama promedio, ni hablar cuando la situación se agrava ante la falta de recursos económicos y el acceso mínimo a servicios públicos necesarios.
Entonces los candidatos lo saben, reconocen que a las mujeres en muchas ocasiones nos toca trabajar doble y en lugar de plantear acciones desde la sensibilización para que estas prácticas sean erradicadas y que el trabajo en los hogares sea equitativo, lo celebran, lo festejan, lo refuerzan y de paso ‘lo recompensan’ con dádivas sociales.
Tal es el ejemplo de una tarjeta con la que mujeres recibirán dinero para que el trabajo fuera y dentro de casa sea remunerado y no, esto no es lo que está ‘mal’, lo que no funciona es que se otorgue una recompensa para seguir aceptando más trabajo extra cuando en un hogar podría dividirse con más de un integrante.
He observado también en estas campañas muchas propuestas de tipo asistencialistas, es decir, muchas acciones van sobre las soluciones en el día a día y no se atienden los problemas de raíz y ni digamos sobre la crisis económica, el saqueo de recursos naturales, la violencia de género, la falta de atención a las infancias, el negligente servicio de salud con el que contamos y varios etcéteras.
Las campañas están por terminar y no observo evolución en las propuestas, lo cual considero triste por todas partes, de ida y de vuelta, tanto por quienes comparten y por quienes escuchamos, porque entre la ciudadanía tenemos cansancio mental y hartazgo político/electoral.
Ojalá, tan sólo ojalá los intereses políticos fueran más genuinos y de un verdadero deseo de bien común y no un “aguanta entrega”.