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Basureros clandestinos no tan clandestinos

Por: Redacción

Martes, 7 de la mañana. Dos personas descargan basura y restos de material de construcción, a plena luz del día, en un lote baldío. Lo que comenzó hace unas semanas como un montículo de residuos en un terreno ubicado en las brechas que conectan Cholul con Tixcuytún, es ya un basurero clandestino en toda regla. Ni tan clandestino, porque está a cielo abierto y a la vista de todos.

De nada sirven los letreros que hay en la zona, colocados por los mismos vecinos, para evitar que existan estos tiraderos improvisados. De poco sirve grabar con el celular y amenazar con denunciar a quienes cometen estos actos. Su actitud demuestra que ya lo han hecho antes y lo seguirán haciendo, tal vez no ese mismo día ni en esas mismas coordenadas, pero sí en algún otro lote abandonado y cuando consideren que lo podrán seguir haciendo de forma impune.

Cholul ha ido expandiéndose y hoy ya cuenta con cerca de 12 mil habitantes. Más población que 80 municipios de Yucatán. Todo indica que de seguir así, en un par de años Mérida y su mancha urbana se unirá con el municipio vecino de Conkal. No obstante, la prestación, agilidad y calidad de los servicios públicos no ha seguido ese mismo ritmo. Y ya sabemos lo que sucede cuando un área queda en el limbo entre dos o más ayuntamientos, en vez de que sea más ágil el servicio, todo se ralentiza y entorpece. El vertiginoso crecimiento inmobiliario también se ha traducido en más cascajo y más escombros, materiales que no se lleva la empresa encargada de la prestación de servicios.

Y hay zonas de la capital de Yucatán y municipios colindantes en los que el problema de la basura y los tiraderos resulta todavía más evidente. De acuerdo con información del Gobierno del Estado, en los municipios de Progreso, Kanasín, Tixpéhual, Ucú, Umán y Mérida se genera más del 60% de los desechos sólidos del estado, por lo que cuentan con un Sistema Metropolitano para el Manejo de Residuos el cual, de acuerdo con un boletín, es “único en el país” y coloca a Yucatán como “pionero en sostenibilidad y manejo de basura en México”. No obstante, este buen manejo no se percibe en todas las colonias.

Entre las comisarías de Dzytiá y Caucel, se presenta una situación aún más alarmante. La localidad de Cheumán queda justo en medio de estas dos zonas urbanas. Y la carretera que las une se ha convertido en un auténtico vertedero de 4 kilómetros de largo. En ambos lados de sus carriles se acumulan montes y montes de desperdicio. Una auténtica sierrita de retazos y desechos.

Y al igual que en Cholul, de poco sirve el letrero, enorme e institucional en este caso, que dice “Prohibido tirar basura. ¡Mantengamos nuestras carreteras y caminos limpios!”.

Algo similar sucede a poca distancia de ahí, a orillas del Cenote Chen Há, ubicado en la carretera que comunica Cheumán con Dzytiá, un espacio que en su momento, hace varios años según afirman los lugareños, todavía podía ser utilizado para remojarse. Ahora ya no es conveniente, incluso resulta peligroso para la salud debido a la contaminación del agua y de las brechas cercanas.

Es letra muerta el letrero a las orillas de este ojo de agua a cielo despejado que dice: “El agua es el recurso más importante que tenemos […] El cenote al igual que la vegetación que lo rodea forma parte del Patrimonio Natural e Histórico de este espacio público meridano”. La basura es una constante en este espacio público meridano. Y preocupa más lo que no se ve que lo que se ve.

En esta zona, además de la utilización de brechas y baldíos como botes de basura colectivos se suma un ingrediente más: el verter desechos líquidos como aceite y diésel quemado. Al menos así se pudo comprobar hace apenas unos días en una brecha que comunica Dzityá con el fraccionamiento residencial de San Antonio Hool, a menos de un par de kilómetros del Cenote Chen Há.

Personas que hacen ciclismo en el área informaron a la redacción de Ventanas Rotas de esta problemática que ya ha vuelto intransitable para los vecinos estos accesos, únicamente los volquetes de las constructoras circulan, además, claro, de los camiones y camionetas que van a vaciar sus desperdicios líquidos sin importarles la cercanía de viviendas, áreas verdes y cuerpos de agua.

Lo de los desperdicios líquidos es doblemente peligroso en Yucatán, por su tipo de suelo y el hecho de que de acuerdo con el Índice de Competitividad Estatal 2024 elaborado por el IMCO, nuestro estado ocupa la posición 30 de 32 en cuanto al caudal tratado de aguas residuales (Litros por segundo por cada mil habitantes).

Al respecto, Cecilia Patrón Laviada, alcaldesa de Mérida, reconoció que existe la problemática de los tiraderos a cielo abierto, sobre todo en zonas cercanas a comisarías, pero expuso que la solución de los mismos es uno de sus principales compromisos de su gobierno.

“El problema de los cascajos y todo lo que se tira principalmente en brechas y caminos, por Temozón y otros puntos parecidos, existe y debemos multar a quienes tiren ahí sus desechos, pero sobre todo dar las facilidades a las empresas de depositar sus residuos en donde debe ser”, compartió.

La presidenta municipal mencionó que sí existe un depósito en donde tirar los residuos de gran escala, pero no todas las empresas tienen la información adecuada.

De acuerdo con el Reglamento de Limpia y Manejo de Residuos Sólidos de Mérida, la sanción para quien arroje residuos sólidos o lixiviado a la vía pública, parques, predios privados, pozos, cenotes y espacios abiertos, varía de 5 a 10 Unidades de Medida y Actualización (UMA), y para este 2024 una UMA tiene un valor de 108.57 pesos diarios. Lo que quiere decir que la multa por tirar basura va de los 542.85 a los 1,085.57 pesos.

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