Por: Redacción
Durante los últimos seis meses de 2024, Yucatán apenas figuraba en la prensa internacional. En el diario español El País, la única mención sobre el estado fue una nota sobre una turista estadounidense que adquirió una hacienda para trabajar las fibras del henequén. A nivel nacional e internacional, las noticias sobre la región giraban en torno a su percepción de seguridad, el avance del Tren Maya y la temporada de huracanes. Sin embargo, el arranque de 2025 ha marcado un giro drástico en la forma en que Yucatán aparece en los medios.
En los primeros días del año, Yucatán dejó de ser noticia por su seguridad y comenzó a serlo por la violencia. El feminicidio de una joven y el posterior linchamiento del presunto responsable en Tekit ocuparon las principales portadas de medios nacionales e internacionales. El caso ha reconfigurado la percepción del estado, generando una ola de debates sobre justicia, seguridad y el papel de la violencia colectiva en una sociedad que históricamente se ha considerado pacífica.
El impacto de estos hechos no solo se refleja en los titulares de la prensa. Los motores de búsqueda en internet han registrado un aumento exponencial de consultas sobre Tekit, con términos relacionados como “linchamiento”, “asesinato”, “video de Tekit”, así como los nombres y apodos de los involucrados. Las redes sociales se han convertido en un espacio de discusión donde las imágenes y videos del suceso han amplificado el impacto mediático, exponiendo a la comunidad a un escrutinio sin precedentes.
Este cambio en la narrativa mediática de Yucatán revela una realidad que durante años ha sido minimizada: los problemas de violencia, justicia y desigualdad que existen en el estado. Si bien aún se le percibe como uno de los lugares más seguros de México, el caso de Tekit ha evidenciado las fisuras en ese discurso. No se trata de un hecho aislado, sino de un reflejo de tensiones acumuladas que han llevado a una comunidad a tomar la justicia por su propia mano.
La cobertura mediática de este caso pone en entredicho la imagen del estado y obliga a reflexionar sobre los retos urgentes en materia de seguridad, acceso a la justicia y el impacto de la violencia en la sociedad yucateca.
Así, este 2025 Yucatán está en la boca de todos, pero no por los motivos que sus habitantes desearían.