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A sangre fría, frutas e insectos: así los refrigerios en el Zoológico del Centenario

Por Itzel Chan

Hay actividades cotidianas que cuando las miras más de cerca te deslumbran.

Sabía ya de una actividad que realizan en el Parque Zoológico del Centenario, que consiste en prepararles paletas de hielo a los ejemplares que ahí viven y que al igual que la población yucateca enfrentan temperaturas superiores a los 35 grados en algunas épocas del año. Lo sabía de oídas o porque lo había leído en algún lado, pero no estaba enterada de todo lo que conlleva esta actividad.

Ir al Centenario en cualquier domingo sólo nos permite concentrarnos en las familias diversas que llegan, los atractivos que hay, uno de ellos el famoso Trenecito del cual ya hemos escrito en este espacio editorial, los juegos y la gran variedad de productos que se venden, como por ejemplo, los patitos que se colocan en la cabeza.

Nunca o casi nunca nos detenemos a observar que algunas ramas de árboles y pencas de palmeras cubren algunas oficinas administrativas y también un hospital veterinario, el cual tiene mucho sentido que esté ahí.

El biólogo Walter Rosado es el encargado del área de Enriquecimiento Ambiental en el zoológico y él nos llevó a las entrañas del edificio. Ahí con la ayuda de la bióloga Analí Ocampo, nos invitó a la aventura: ¡hacer paletas de hielo para los animalitos del Centenario!

No es una cocina común, hay grandes cantidades de todo y la vista se llena de colores con los mangos, sandías, papayas, melones, naranjas, plátanos y otras frutas que hacen arcoíris en la mesa.

Walter y Analí se reparten las tareas que consisten en cortar las frutas, licuarlas y traer los recipientes en donde se colocan los jugos que se meterán a congelar.

Antes de que los trastes de diferentes tamaños se metan a temperaturas bajo cero, la bióloga y el biólogo advierten que es importante decorar lo que serán las paletas.

“Es para que se estimulen”, dice Walter, quien usa guantes en todo el momento de la preparación, como si de un platillo especial se tratara.

Analí muestra unas pequeñas bandejas en las que hay nueces, pasas, ciruelas y ¡hasta cucarachas! sí, cucarachas que sirven de atracción para los mapaches por ejemplo.

Walter comenta que no sólo los colocan porque forman parte de su alimentación sino al mismo tiempo es un atractivo visual.

Los tamaños de paletas que resultan varían dependiendo del ejemplar para el que son hechas, pues hay unos de tamaño ‘mini’, mientras que hay otras que llegan a pesar hasta 15 kilos o más.

Cuando salen del congelador se trata de una obra de arte sólida, pues hay unas que si las ves a primera vista piensas que son hechas con flores de jamaica, pero no, se trata de carne y sangre, que luego disfrutan los felinos, principalmente.

El primero en ‘gustar’ como dicen en Yucatán, su paleta es un tigre y aunque al inicio no ubica bien en dónde está su postre, merodea su zona hasta que la encuentra y cuando eso sucede se trata de una explosión de rugidos y sabor.

Esta actividad da oportunidad para que los animales mantengan sus comportamientos naturales porque muerden, arañan, rompen, rascan, trepan, escalan y hacen todo hasta alcanzar su paleta.

Mientras vamos a la zona donde está el jaguar negro, Walter nos cuenta que usan diferentes mecánicas para darles sus postres de hielo:

“A veces los suspendemos en el aire, se los escondemos en el agua, otras ocasiones, debajo de la tierra o entre las ramas de los árboles”.

Con ello consiguen que los animales agilicen sus sentidos como si estuvieran en vida libre…cuando escuchamos “vida libre”, tal vez ocasiona un poco de tristeza, sin embargo, a cambio en estos postres se aprovecha a darles las vitaminas suficientes para que tengan un organismo saludable y fuerte.

Los encargados de disfrutar las extravagantes cucarachas que son criadas dentro del mismo zoológico son los mapaches, en quienes se desarrolla una actividad de trabajo en equipo porque se reúnen para husmear como si buscaran un diamante.

El biólogo detalla que cada animal tiene una manera distinta de reaccionar y en Susy, una chimpancé que tiene casi 50 años, han observado miles de formas de comerse sus helados, a los que les ponen hasta Ensure por su avanzada edad.

En la cocina cuentan con un pizarrón grande en donde se anota la dieta de cada animal, con nombre o rasgo distintivo para reconocerle y ahí se escribe con balance cada alimento que se les permite a cada animal, así, uno por uno.

Estas actividades se realizan en todos los zoológicos de México en los que hay más calor de lo acostumbrado en ciertas temporadas del año.

Walter y Analí son sólo dos personas de un gran equipo que mantiene cercanía y familiaridad con cada animal que ha llegado al Centenario, zoológico muy reconocido en Mérida.

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