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Bajo la lluvia, el Indie Fest Yucatán 2025 se encendió

Por: Miguel Cocom

Ni la lluvia ni los truenos desalentaron al público que acudió al Indie Fest Yucatán 2025. En su tercera edición, el festival se instaló en el Club de Leones de la colonia García Ginerés, donde las luces del escenario se mezclaron con los relámpagos. Entre cervezas artesanales —una en especial llamada Manos de Calaca— y charlas improvisadas bajo lonas, la noche fue un mosaico de punk, blues y electrónica.

Uno de los momentos más intensos llegó con Gloory Hole, banda que incendió el escenario con letras que hablan de la violencia estética, la gordofobia y el derecho a ocupar el cuerpo propio sin culpa. “Me da miedo ocupar espacio… más graciosa que bonita”, coreaban varias voces frente al escenario, transformando la vulnerabilidad en un grito colectivo. Cada verso parecía reclamar su lugar frente a una sociedad que mide, clasifica y juzga.

Luego, Luisa Almaguer tomó el micrófono para cantar desde la ternura y la rabia. Con una presencia magnética, envolvió al público entre luces púrpuras y melodías mientras repetía: “Somos iguales de nuestros impulsos y de cicatrices”. Antes de despedirse, anunció que su siguiente parada sería Europa, donde llevará las historias y afectos que conviven en su música. Su paso por Mérida fue breve, pero dejó huella.

El festival también contó con la mezcla hipnótica de Budaya, dúo que navega entre el dream pop y el trip hop; y con la energía eléctrica de Mengers, trío capitalino de punk garage que demostró por qué ha girado por Europa. Cada acto reforzó la diversidad sonora que caracteriza al Indie Fest: un espacio donde lo alternativo no se define por el género musical, sino por la autenticidad de cada propuesta.

El escenario también fue tomado por Kimmø, Tanúbela, Slowdays y Moore, proyectos emergentes que reflejan el pulso de la escena local, junto a bandas como Cut Blues y Al fin del día, que regresaron tras más de una década de silencio. Entre riffs, sintetizadores y voces jóvenes, se sintió el esfuerzo por reconstruir una escena independiente en un estado donde los espacios culturales suelen ser efímeros pero tercos, como la lluvia de esa noche.

“Queremos que la gente se encuentre con sonidos que tal vez nunca ha escuchado en vivo”, señaló Rodrigo Espinosa, productor del Indie Fest. Y lo lograron. Bajo la tormenta, el festival no sólo celebró la música: celebró la persistencia, la diversidad y la libertad de ser. En Mérida, una ciudad donde las reglas suelen ser rígidas, el Indie Fest volvió a recordarnos que hay cuerpos, ideas y sonidos que no caben, pero que precisamente por eso, suenan más fuerte.

📸 Fotos Indie Fest Yucatán

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