Por: Itzel Chan y Miguel Cocom
Fotografías: Grecia Cetina y Natalia Cocom
El mar en Yucatán también está lejos del mar
El mar en Yucatán no sólo está en la costa, también podemos encontrar algo de su sal y de su espuma en Sudzal Chico, la comunidad más al sur de Tekax, el municipio más austral de Yucatán.
Ahí, un poco más allá de Kakalná, de Ermila y de Noh-Bec; un poco más escondido que Escondido y a unos 10 kilómetros de Tigre Grande, se encuentra la escuela primaria indígena “Netzahualcóyotl”.
Y si Sudzal Chico es, como su nombre lo indica, chico, la matrícula de la escuela Netzahualcóyotl también es reducida, muy reducida: 19 estudiantes en este ciclo escolar 2022-2023.
Al frente del plantel hay cuatro flamboyanes mirando de cara a la comunidad, pero todavía más al frente se encuentra el maestro Juan Ismael Rodríguez Abán.
Y decir ‘al frente’ es poco si tomamos en cuenta que en esta escuela unitaria (nombre que da la SEP a los planteles en donde un solo maestro atiende a todos los grupos y grados de la escuela y cumple también funciones directivas y administrativas), el maestro Ismael está frente a grupo, frente a la comunidad, frente a la Segey y frente a todo lo que se requiera para mantener en buenas condiciones la escuela.
Y aunque el océano está lejos de Sudzal Chico y son contados los alumnos que conocen la costa, el agua está presente en los libros de texto, en los cuadernos y en la vida cotidiana de toda la comunidad escolar.
En los libros de texto, porque en los planes de estudio se menciona la importancia del agua para mantener viva y verde la selva mediana, el ecosistema que rodea el Punto PUT, ese Punto de Unión Territorial en el que concurren los estados de Campeche, Quintana Roo y Yucatán; en los cuadernos, porque el azul del mar está presente en los dibujos con los que han participado en concursos a nivel nacional; y en la vida cotidiana porque conocen de primera mano la importancia de cuidar el agua, ya que después de muchos esfuerzos, trabajos y gestiones apenas están instalando el pozo que garantice el suministro del líquido en el plantel, y porque cuando llueve, además de que la comunidad queda incomunicada, tienen que resguardar los libros de la biblioteca y el mobiliario escolar durante las inundaciones.
El mar también está presente en las palabras de las y los alumnos de Sudzal, entre los cuales sólo cinco conocen el mar y el resto, nada más a través de lo que ven en los libros, pero desean el día en el que puedan tocar la espuma de las olas con sus manos.
Las palabras que escuchamos cuando les preguntamos qué piensan sobre el mar son: vacaciones, diversión, peces, castillos y arena.
Y aunque saben que en el mar hay mucha fauna que no conocen, sí tienen claro que el sitio en el que viven es igualmente importante porque en sus pupilas en lugar de mucho azul tienen mucho verde por toda la vegetación que está a su alrededor.
Esas plantas y árboles les han permitido ver en sus patios, desde iguanas hasta zorrillos en diferentes tamaños.
También saben de serpientes, ranas y aves que buscan refugio en los arbustos que tienen en los patios de sus casas.
Aunque no conocen un pez, un caracol o un cangrejo, no pierden la esperanza de tener esta oportunidad alguna vez.
A las y los estudiantes de la primaria Netzahualcóyotl les gustaría conocer las costas de El Cuyo, Las Coloradas y de Sisal, así como los cenotes de Homún o de Tecoh. Quieren ponerle sal real al mar que ya tienen en su imaginación y tinta azul verdadera a los tonos que ya han visualizado y plasmado en sus apuntes y dibujos.
Un oleaje que llega a los planes de estudio
La costa yucateca tiene una longitud de 378 kilómetros, el 3% del país; a lo largo de este litoral se ubican 12 municipios costeros, desde Celestún, en el poniente y con playas en el Golfo de México, hasta Tizimín, en el noreste ya más próximo al Mar Caribe. Ahí, cerca del mar, cerquita, hay 132 escuelas en las que estudian más de 21 mil alumnos con el acompañamiento de 1,167 docentes.
Por eso, en 2019, la Secretaría de Educación de Yucatán (SEGEY), la Secretaría de Desarrollo Sustentable (SDS) y la Secretaría de Pesca y Acuacultura Sustentable (SEPASY) pusieron en marcha el Programa de Educación para la Sustentabilidad con el objetivo de capacitar a docentes y alumnos de nivel básico en municipios costeros, de acuerdo a las necesidades y situaciones ambientales de sus comunidades.
De acuerdo con la información oficial, esta iniciativa abarcaría en un primer momento la costa poniente de Yucatán, una de las nueve regiones de la cultura para la sustentabilidad, en escuelas de Celestún, Hunucmá, Sisal, Progreso, Chicxulub Puerto, Chelem, Chuburná, Telchac Pueblo, Telchac Puerto y San Crisanto con un número total de 7,166 alumnos beneficiados y más de 300 docentes capacitados. Y ahora, desde el ciclo escolar pasado, ya también está presente en escuelas del litoral costero poniente y del noreste de la entidad.
Algunos de los temas que abordan son: Pesca sustentable, Importancia de los humedales, Manejo integral de residuos sólidos urbanos, Cuidado del agua, Áreas Naturales Protegidas y Reservas Estatales, Turismo responsable, Aprovechamiento de recursos naturales endémicos, Ecosistemas kársticos, Cambio climático, medidas de adaptación y mitigación y Agricultura y ganadería sustentable.
Asimismo, la capacitación, actualización y asistencia técnica está a cargo de instituciones como el Cinvestav; la Unidad Académica de Sisal de la UNAM; el Centro Comunitario de Trabajo, Educación y Cultura Ambiental Chimay; la Fundación del Empresariado Yucateco; la Universidad Marista, Dumac y la Fundación Pedro y Elena Hernández AC.
De acuerdo con el maestro Josué Sosa Solís, coordinador del programa “Educación para la Sustentabilidad” en la Segey, y el biólogo Elizand y Serrano Alcocer, coordinador técnico de la Fundación Pedro y Elena Hernández del programa Península de Yucatán, esta iniciativa en las comunidades de aprendizaje aún da para mucho más.
“Este programa lo llevamos en el aula y también lo llevamos a la práctica. Hacemos limpieza de playas junto con los estudiantes para que conozcan la importancia de esta actividad pues son parte de nuestros recursos naturales. Lo hicimos en la Reserva de Río Lagartos, pues es una de las zonas de anidación de tortugas; de hecho nosotros hicimos la limpieza de playa y por parte de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas se encargaron de la liberación de tortugas. Así, las y los niños empiezan a entender mucho mejor esa parte de por qué deben estar limpias las playas ya que liberaron a las tortugas en el evento. Estamos viendo la parte de educación ambiental, de la cultura ambiental y esperaríamos pronto llegar a ecología integral”, comparte Solís.
De poniente a oriente, de la “C” a la “C”, de Celestún a El Cuyo
Buena parte del trabajo realizado ya se ve en planteles de Celestún y El Cuyo. Por ejemplo, en la primaria “Berta María González Rodríguez” de Celestún, una escuela que ya tuvo que cambiar de ubicación debido a las inundaciones y a la salinidad que tanto afecta a la infraestructura educativa en la costa, ya han tomado dos diplomados del programa “La Ruta del Flamenco”, así lo confirma la directora Conchi Ayora Pinto, quien está al frente de una escuela con una matrícula de 335 alumnos y 222 docentes.
En el plantel, desde el 2018 se evita el uso de desechables y se trabaja con madres y padres de familia el tema de la pesca sustentable y las cuestiones de veda.
En específico, en el 4º B, con la maestra Elvira Dzib, el crecimiento de la conciencia ambiental ha sido significativo, ya que a la docente se han acercado mamás y papás que le comparten los cambios que las y los menores hacen en sus casas, algunos muy mínimos, pero que se quedan como una práctica permanente.
“Yo también he aprendido mucho de ellas y ellos porque muchos como sus papás son pescadores, conocen demasiado el mar y su importancia y por ejemplo, sus mamás y papás nos cuentan que las niñas y los niños les dicen que no hay que usar desechables porque afecta a los animales y así es como vemos que se preocupan por cuidar nuestro entorno, o sea sí replican lo que aquí aprenden”, comparte.
En el caso de las niñas y los niños de esta zona, que sí tienen una relación directa con el mar, su manera de verlo y describirlo es distinta, pues hay quienes mencionan que vivir cerca es maravilloso y que el viento da paz, armonía y tranquilidad.
Además, la conciencia que tienen sobre la fauna de este ecosistema es clara, pues les ha tocado ver anidar tortugas y por eso saben que no hay que dejar plástico ni otro tipo de residuos que pudieran afectar su hábitat. Incluso suelen salir con sus mamás y papás a recoger la basura que dejan vacacionistas en las playas.
Del otro lado de la costa yucateca, en la escuela primaria ‘Nicolás Bravo’ de El Cuyo también se están llevando a cabo los esfuerzos para que la educación ambiental no sólo sea un anhelo que se menciona en los planes de estudio.
Damary Ojeda, quien está al frente del 5º grado grupo ‘A’, indica que es originaria de Mérida, pero ya lleva cinco años en la comunidad y para ella también este tiempo ha sido de aprendizaje y mayor acercamiento con la materia ambiental.
“Trabajamos para que lo que aprenden en la escuela puedan llevarlo a cabo en su comunidad. Cuando llegué aquí lo primero que me llamó la atención fue la relación que tienen con su entorno y cómo lo cuidan y es como si le agradecieran lo que les da”, menciona.
Al ser habitante de la comunidad, para ella es muy importante que la naturaleza que está a su alrededor se mantenga y su trabajo lo aprovecha para fortalecer esa misma ideología en sus estudiantes.
“No queremos ser un Holbox aquí, no queremos ser un Playa del Carmen, por eso dentro de los temas que tratamos hay muchos que tienen que ver con el cuidado del ambiente y lo hacemos a través de limpiezas de playas, del reciclaje y del fomento de la conservación de todas las especies”, añade.
Las y los estudiantes de esta zona se relacionan directamente con el sistema costero, pues en el patio de sus casas hay arena y también les ha tocado ver en ellos familias de flamencos, cuando los turistas tienen que pagar por esto.
Describen también que en sus casas les visitan diversidad de aves y también cuando van con sus mamás o papás a trabajar, han visto cocodrilos y en lugar de tenerles miedo, saben que se trata de cuidarlos y respetar su hogar.
Sus ojitos se han maravillado con estrellas de mar y otros animales que habitan sólo en el fondo marino y por eso confiesan estar encantados de haber nacido aquí.
Hay un término en ellas y ellos que lo tienen arraigado y es que nombran ‘defensa de territorio’ al hecho de cuidar su hogar ante los grandes desarrollos inmobiliarios y hoteleros.
“Hay muchas industrias que dañan el medio ambiente, ya sea por la extracción de agua u otros elementos, que al mismo tiempo contaminan el aire y la tierra. Esto lleva a que nos estemos quedando sin muchos animales, como por ejemplo, al jaguar en Yucatán le quitamos su hogar poco a poco y aquí en el Cuyo, antes las playas eran más naturales, pero al momento de construir ya estamos contaminando y estamos perdiendo especies”, describe Vanesa Adriana de 6º grado.
Incluso, estudiantes comparten que en su escuela podían ver parvadas de tortolitas, pájaros carpinteros y loros, pero desde que se ha urbanizado un poco más, ya han dejado de verlos.
“¿Cómo nos sentiríamos si a nosotros nos quitaran nuestro hogar? Así es como se sienten los animales cuando les quitamos su territorio”, menciona Melina Jazmín Arjona.
Piden entonces a quienes visitan las hermosas playas de su comunidad, que no tiren basura, que utilicen lo menos posible plástico, que también difundan el cuidado ambiental y que no pidan la construcción de grandes hoteles en la zona.
Así, los valores y los ideales que se van formando en la comunidad se fortalecen con iniciativas que lleva a cabo la autoridad educativa, pero también se refuerzan al ver día a día a sus familiares relacionarse con actividades en la costa o en la selva y esto les acerca todavía más a la importancia del cuidado del agua.